LA DEMAGOGIA DE ALGUNOS PONE EN PELIGRO A TODOS


Ushuaia - El martes 19 de julio quedará en el recuerdo de quienes estuvieron en el recinto del Concejo Deliberante como un día de sed, hambre y calor sofocante.

Prácticamente hacinados, acalorados, con sed y hambre por momentos, los 14 elegidos ocuparon el recinto junto a asesores, empleados de planta, de prensa y público, con el COVID, encima, acechando amenazante. Esto último no es un detalle menor en una ciudad que no dejan de crecer los contagios solo evitables si se guarda distancia física y se utiliza barbijo. Y si además durante largas horas se habla ininterrumpidamente, se ríe a carcajadas e inclusive se grita, como es lógico que ocurra en una comisión de análisis, no es difícil imaginar cuánto tiempo pasará para que comiencen a registrarse ausencias en el recinto.

Apretujados literalmente, los convencionales constituyentes – en aras de una supuesta austeridad promovida siempre por los mismos actores – no solo no lograron crear el necesario reglamento interno para comenzar a funcionar sino que ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo en la aprobación de un presupuesto mínimo para comprar agua. 

Fue el presidente del Concejo y convencional Juan Carlos Pino quien se ofreció a comprar algunos packs de botellitas del vital elemento, acompañado por la iniciativa del constituyente Ramiro Requejado, de ceder gratuitamente algunas viandas traídas de sus locales, ante el elocuente ruido de tripas por tantas horas transcurridas en las bancas. La misma y absurda postura se puso de manifiesto, otra vez por parte de los convencionales Fadul, Tavarone y Branca, ante la sugerencia del Intendente y convencional Walter Vuoto de trasladar el reducido ámbito de debate de las comisiones al amplio salón del Espacio Actuar, adonde solo se deberían trasladar los mismos muebles – escritorios, sillas y armarios propiedad del Concejo Deliberante – para poder sesionar con comodidad y a una distancia prudente.

Ante la negativa crónica de Chispita Fadul, Valter Tavarone y Javier Branca, con la expresión «me opongo» siempre a flor de labios por un lado, por el otro hubo una tibia condescendencia del resto de los convencionales, que no hicieron prevalecer criterios de sensatez. Si la pandemia y las estadísticas sanitarias son contundentes.

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